miércoles, 5 de noviembre de 2014

La moda de los marginados quiere marcar la pauta



A la industria no le basta con adaptar el estilo de los guetos y convertirlo en tendencia. Ahora tiene el ojo puesto en un grupo de diseñadores que han nacido en estas zonas desfavorecidas.

Al este de Brooklyn se encuentra East New York, uno de los barrios más peligrosos de la ciudad. Olvidado por la mayoría de los neoyorkinos, los medios se encargan de recordarles los altos índices de robos y asesinatos que se dan dentro de su perímetro, así como de la pobreza que reina en sus calles. Allí nació Shayne Oliver, artífice de la marca Hood by Air, un diseñador que ahora está en boca de todos y que, sin embargo, se formó en una escuela pública, algo poco habitual en el sector de la moda americano.

Estética japonesa, el hip hop y lo cyber, le ha valido una mención por el conglomerado de lujo LVMH, el benelplácito de Rihanna o Kanye West y el cartel de “agotado” en las tiendas de VFiles y OpeningCeremony. La industria ve en sus creaciones un soplo de aire fresco. 

Un amplio porcentaje de las clases medias mira con recelo a los guetos que se extienden alrededor del casco urbano. Allí crecen jóvenes que son conscientes de que el sistema les ha dado la espalda, y han desarrollado formas de combatirlo o de separarse aún más de él. En estos barrios hay violencia, pobreza y disturbios constantes, pero también un sentimiento de pertenencia que se plasma, entre otros factores, en sus formas de consumo y, sobre todo, en su estética.

Oliver es uno de los pocos diseñadores negros que están triunfando en la liga de los grandes nombres. Por eso, mientras Hood By Air desfilaba entre aplausos en Nueva York, la galería Pratt de Manhattan inauguraba el pasado invierno la exposición Black Dress, que albergaba los diseños de un puñado de diseñadores afroamericanos cuyos nombres no suenan en las publicaciones reconocidas, pero su influencia es rastreable en muchas de sus páginas. Continúa leyendo aquí…

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